domingo, 12 de febrero de 2012

"DIÁLOGOS DE TIGRES", LAS MICROFICCIONES DE LILIAN ELPHICK


Diálogos de Tigres
Lilian Elphick
Mosquito Editores, Santiago de Chile, 2011, 120 páginas.


Aunque poco conocida en España -sus libros han sido editados en Chile-, Lilian Elphick es una de las voces más potentes y singulares de la narrativa hiperbreve  en lengua española. Directora de talleres literarios, editora de la página web  Letras de Chile, ha demostrado sobradamente su experiencia y buen hacer en el género de la distancia corta y la recompensa inmediata, con varios libros de sus autoría, publicados entre los años 1990 y 2011, así como en antologías de cuentos y relatos breves que vieron luz, tanto en Chile como en otros países.
Diálogos de Tigres es su más reciente aportación a la microficción en lengua española, merecedora, por la agudeza e ingenio de sus historias y por su prosa briosa, teñida de colores líricos y destellos de reflexión filosófica, de figurar en la nómina de las más selectas antologías del relato breve. Y, por supuesto, de una lectura atenta e inteligente, generadora de ese sublime placer estético que se genera en nuestra mente cuando la belleza y el ingenio nos posee a través de la palabra.
Un cuento, escribió Andrés Neuman, se juega la vida en las primeras líneas. En la última tiene la posibilidad de resucitar. Las fronteras del microcuento son mucho más angostas y muchas veces la primera línea es también la última. En un simple guiño, en una rápida mirada, es preciso encerrar  toda una historia. El microcuenta se sustenta, pues, en la parquedad de la formulación verbal y en la absoluta excepcionalidad. Escribir lo mínimo, pero constriñendo al lenguaje y hacerlo además con esa precisión y con esa intensidad, de forma que en la mente lectora su denotación sea a la vez amplia, rica y profunda.
En la microficción, los ciento veinte relatos de este volumen de Lilian Elphick, como diría Cesar Aira, suben la apuesta, se lo juegan todo. Pero los riesgos que asume la autora resultan ser a la vez sedante, bendición y estímulo. Sobre todo estímulo para el lector porque la narrativa breve de Lilian Elphick desarrolla al máximo la teoría de la alusión, “to write on the principle of the iceberg” (E. Hemingway). Escritura alusiva o insinuante que afecta al nivel simbólico sumergido debajo del lenguaje, como el iceberg bajo el agua. Microcuentos, pues, que en su dimensión conceptual no dejan asomar más de un tercio de su magnitud, correspondiéndole al lector activo, a su imaginación, la tarea de bucear para descubrir la epifanía de los dos tercios restantes. En algún caso es la propia  escritora la que incita al lector a hallar esa parte invisible del témpano sumergido: “Tigre le ofrece una manzana para que ella sea una, sólo una, pero Fábola es la manzana acribillada de lujuria. ¿Se entiende?”(página 26). Por eso mismo, los relatos de Lilian Elphick son témpanos en la imaginación que ilustran la disimulación, artificio que resulta muy eficaz tanto en los cuentos independientes, como en aquellos otros que forman series (“Diluvio I-V”, “Fábulas”, “Diálogos de tigres” I-X).
Me detengo en estos últimos, en su hilo conductor, tal como lo reconstruye mi imaginación, porque de ese hilo surge una verdadera historia. Los tigres heridos por flechas que no son flechas cualquiera, sino flechas que detienen corazones, enamorados y sueñan sueños imposibles, sin leer a Borges, solo escuchando boleros. O prometen verse de nuevo cuando no dejen huellas y el amor sea un olvido, un dejarse ir. En su último salto en el vacío, sus colas llevan atadas la cuerda de la escritura. Y cuando decidan estar solos y tomar cada uno su rumbo, treparán la pared, pero a la tigresa le costará mucho más porque está preñada de sueños” (páginas 7-16).
En los ajustados parámetros en los que Lilian Elphick concibe sus piezas breves hay, sin embargo, lugar para la fábula, para la reflexión filosófica, para el deseo y para un sutil erotismo, escondido en esos tercios sumergidos de la condensación del hiperbreve. Encierra eficazmente la autora estructuras narrativas completas en muy pocas líneas, diseñadas generalmente  a través de un lenguaje sencillo, conciso, elíptico,  mas sin renunciar por ello a los exquisitos regalos de una prosa primorosa, rebosante de tensión, fuerza, sorpresa, belleza e incluso musicalidad. Prosa torrencial que se amalgama a veces con otro tipo de escritura: sensual, lúbrica, capaz de seducirnos. Es el personalísimo acento de Lilian Elphick expresado lingüísticamente.

Francisco Martínez Bouzas




Crestomatía de Diálogos de Tigres

Diálogos de tigres III
“Luego de caminar por las extensas planicies de la escritura, los tigres llegan al río del silencio. Ahí se bañan y olvidan que están hechos de tiempo y de sangre. A sus pieles mojadas se adhiere la palabra ’pez’. La tigresa puede nadar debajo del agua a gran velocidad; el tigre da brincos contra la corriente. Juegan a acariciar burbujas.
-¿A quién le contaremos nuestra historia?- pregunta ella.
-¿Cuál historia?- pregunta él.
Los tigres jadean bajo el sol implacable y sus patas se hunden en la arena. Tienen sed. Saben que morirán si no encuentran una mano que morder, aquella que los escribe en la mitad de la noche”.

Fábula del tiempo
“Fábola y Tigre han decidido tomarse un tiempo. Él es el primero en beberlo. Ella tiene un poco de miedo, pero Tigre la incita a coger la copita y tragarse el líquido de una sola vez.
-Amargo
-Más bien ácido.
-Como el limón.
- Pero con un toque de cicuta.
- Oh, sí.
Y así hablaban hasta que el tiempo surte efecto. Los devora de inmediato, sin el trivial acto de canibalismo.
Fábola y Tigre se miran. Son un par de desconocidos en la enormidad de las praderas amarillas”.

Sic gloria transit mundi
“Y cuando despertó, Dios le dijo. «Quiero que estés en el pesebre». Entonces el dinosaurio fue y se acomodó como pudo entre la vaca y el burro. El Niño nunca más olvidó esa bucólica escena.

Final feliz
“Nos amamos desde el lugar de las palabras; el deseo era una escritura que iba y venía, ataviada de un presente compacto.
Nos amamos con furia, siempre indagando en la perversión que tiene toda historia ficticia.
Nos buscamos en libros y cartas; fuimos el papel y la tinta, unidos por ojos que nos leyeron.
Por eso lo maté: para amarnos más y eternizar el mejor de los finales”.

Balada de la piedra
“Qué  curioso es ver el viento en su transparencia de pelo revuelto. Y qué inquietante esta inmovilidad inquebrantable frente al mar convulso, y las agujas de agua fatigándome, los pequeños crustáceos cerca de mi, arriba de mi, silenciosos y activos. Qué decir de las gaviotas graznando asesinatos: me abraza la sangre que poco a poco se evapora. El pañuelo voló hace mucho.
Y por ser piedra, lloro”.

(Lilian Elphick, Diálogos de Tigres, paginas 9, 27, 42, 100, 111)