jueves, 5 de abril de 2012

CONTRA LA AMNISTIA DE CONCIENCIAS

Los hermanos Himmler.
Historia de una familia alemana
Katrin Himmler
Traducción de Richard Gross
Libros del Silencio, Barcelona, 2011, 406 páginas.


Si algo pretende ser este libro escrito por una nieta de Ernst Himmler, sobrina nieta por consiguiente del jefe de las SS y creador de los campos de concentración y exterminio del Tercer Reich, Heinrich Himmler, es luchar contra el impenetrable telón de silencios que cayó sobre Alemania a partir de 1945. Una cortina de mutismo que envolvió a su propia familia, de la que formaban parte viva un pretendido olvido y burdas y groseras mentiras con las que pretendían pasar página y amnistiar las conciencias de los que perpetraron la barbarie o la  de sus descendientes.
A Katrin Himmler la delataba su apellido familiar, pero durante su infancia, adolescencia y juventud recibió de sus familiares una información parcial y sesgada sobre las implicaciones y responsabilidades familiares en el exterminio de millones de personas. El nombre del verdugo de las SS era una especie de salvoconducto expiatorio para el resto del clan familiar. Él había sido el gran culpable, el responsable del holocausto, quedando así condonado el débito de otros parientes cercanos. Las inmensas responsabilidades históricas del hermano más conocido, Heinrich Himmler, actuaba como escudo protector que convertía en hechos insignificantes la colaboración y el apoyo a esa inmensa barbarie de sus otros hermanos.
Pero un día, a petición de su padre, Katrin Himmler comenzó a hurgar en los secretos familiares y lo que halló en los archivos oficiales echaba por tierra esa absolución de conciencia en la que se creían a salvo los descendientes de los tres hermanos Himmler. Buceando en documentación inédita, tanto oficial como privada, la autora de Los hermanos Himmler. Historia de una familia alemana dinamita completamente el mito familiar de que los parientes ignoraban las actividades asesinas y exterminadoras.
Katrin Himmler se identificó desde joven con las víctimas y se avergonzaba de su apellido. Jamás dudó en calificar a su tío abuelo como el “asesino del siglo”, pero en este libro lleva a extremos inusitados la catarsis familiar: su abuelo Ernst y su hermano Gebhard se habían afiliado tempranamente al partido nazi y a las SS, habían  sido nazis entusiastas y cómplices de Heinrich Himmler. Además toda la familia había disfrutado de las ventajas y privilegios que se derivaban de la condición de reichführer (jefe supremo) de Heinrich, como por ejemplo, casas requisadas a polacos o muchachas de servicio, trabajadoras forzadas.
Este libro testimonio analiza la historia familiar y está escrito por una historiadora profesional que se enfrenta a la historia familiar desde dentro, derribando tabúes, reflexionando y no ocultado su dolor cuando se entera de muchos de los dramas familiares: el abuelo que muere en la huida de la capital alemana mordiendo la cápsula de veneno que llevaba escondida en la boca, la abuela que simpatizaba con los criminales de guerra nazis, a los que, al igual que a ella misma, consideraba víctimas y no verdugos. Katrin Himmler nos retrotrae hasta el patriarca del clan, Gebhard Himmler, un pedagogo riguroso, que educó a sus hijos en los ideales de la realeza bávara y en el rigor vital como máxima virtud, haciéndoles soñar con delirios de grandeza. La exaltación patriótica movió a los hijos a ingresar en asociaciones paramilitares que decidieron su destino en los negros años treinta en Alemania. La burocracia nazi les permitirá medrar, llegando a ocupar puestos privilegiados y asumiendo responsabilidades criminales dentro del nacionalsocialismo.
Libro, sobre todo sincero, escrito por una mujer que, en un momento de su vida, siente la urgencia de aproximarse a la historia para explicarse a si misma. Y libro así mismo que pone al descubierto la profunda implicación de una buena parte de la población alemana en los crímenes del nazismo. La narración biográfica familiar, rompiendo tabúes, emprendida por los nietos de aquellos criminales, son viajes de descubrimiento en las cavernas familiares, transitados a base de un gran valor personal y de un insoslayable deseo de lucha contra la amnistía de la conciencia, cuando la vecindad con los crímenes forma parte de tu propia historia.

Francisco Martínez Bouzas



Katrin Himmler
Fragmentos

“Tenía yo quince años cuando, en clase de Historia, uno de mis compañeros de curso me preguntó si yo era pariente «de ese Himmler». Asentí, con un nudo en la garganta. En el aula se hizo un silencio de piedra. Todos se quedaron intrigados y  a la espera. Pero la profesora se puso nerviosa y continuó como si no hubiera pasado nada. Desperdició una oportunidad para hacer comprender a quienes hemos nacido después de la guerra lo que aún nos unía a esas «viejas historias».
Por lo que  a mí se refiere, eludí tal pregunta durante mucho tiempo. Sabía bastante sobre Heinrich Himmler, mi tío abuelo. Conocía muy bien al «asesino del siglo», responsable del exterminio de los judíos europeos y de la matanza de millones de personas más…Consternada y desecha en lágrimas, leía sobre el levantamiento fallido de quienes resistían el gueto de Varsovia, sobre las peripecias de los exiliados y sobre niños escondidos que luchaban por sobrevivir. Me identificaba con el destino de quienes sufrieron la persecución, me avergonzaba de mi apellido y a menudo sentía una culpabilidad agobiante e inexplicable…Sin embargo, siempre evité celosamente afrontar el pasado de mi propia familia”
…..

“De acuerdo con las «costumbres germánicas» Heinrich Himmler estaba convencido de que los hombres «racialmente intachables» de las SS tenían que tener derecho a una segunda mujer. Según afirmó su paramédico Felix Kersten, consideraba que la «monogamia» era «una obra satánica» de la Iglesia católica que había que abolir. Juzgaba «intolerable» que un hombre normal pasara toda la vida con la misma mujer. Además, confiaba en que «con la bigamia, cada una de las mujeres sería un acicate para la otra» y que la competencia disuadiría a la primera mujer de «sacar las uñas». Para compensar, a esta debería dignificársela con el título de domina, que le otorgaría ciertas prerrogativas frente a la segunda.
También Hitler y otros miembros del partido reflexionaron sobre la «bigamia», aunque la planteaban para el futuro y movidos, sobre todo, por la preocupación de que el gran número de «héroes» caídos  dejara a muchas mujeres sin hombres y al Reich sin hijos. En cambio, Himmler y otros jefes de las SS no querían esperar hasta después de la guerra. La comunidad de clanes de la SS practicaba su propio estilo de vida, que se desmarcaba deliberadamente de las normas sociales vigentes. Y parece que muchas de sus mujeres aceptaron tener que compartir el marido con otra. Posiblemente consideraran que permanecer en la elite del «imperio germánico» que estaba por venir era suficiente compensación”

(Katrin Himmler, Los hermanos Himmler. Historia de una familia alemana, páginas 15-16, 284-285)