sábado, 21 de julio de 2012

"EL NEGRERO": VIDA NOVELADA DE PEDRO BLANCO FERNÁNDEZ DE TRABA


El negrero
Lino Novás Calvo
Tusquets Editores, colección Fábula, Barcelona, 2011, 296 páginas.


El Diccionario de literatura española e hispanoamericana dice que a Lino Novás Calvo se le considera uno de los iniciadores del realismo mágico. Pero el escritor gallego es sobre todo el fundador del uso literario del habla cubana y especialmente del habla habanera con muy poca vigencia en la literatura cubana. Nacido en As Grañas do Sor (A Coruña), en 1905, Lino Novás emigró a Cuba con siete años, realizando los más insólitos y variados trabajos. Viajó a Nueva York de donde regresó dominando otro idioma, lo que le permitió traducir a Hemingway, Faulkner, Huxley y Lawrence. Y se hizo escritor de forma autodidacta. Como periodista de un diario cubano, recaló en Madrid en 1931, donde colabora periódicamente  en Revista de Occidente y gana la amistad de Valle Inclán y Unamuno. Fue un hombre de existencia novelesca y en la Biblioteca del Ateneo madrileño recoge abundante documentación sobre la trata de esclavos, que le permitirá publicar en 1933, El negrero. Vida novela de Pedro Blanco Fernández de Trava. Es su única novela, rescatada por Tusquets Editores en 1999 y reeditada ahora en la colección Fábula. No obstante, su gran aportación a la literatura cubana se compone de cuentos que pueden ser considerados obras maestras.
El negrero es una novela de “extraordinarias historias de aventuras verídicas”, vividas casi todas en el mar y en las costas africanas, principalmente en Sierra Leona y en Gallinas (entre Liberia y Sierra Leona), donde funda su gran factoría para el comercio de esclavos.
Su héroe es Pedro Blanco y la novela recrea la historia de la piratería a partir del reprobable contrabando de esclavos negros y las complejas relaciones establecidas entre negreros, marineros, jefes tribales, autoridades coloniales y los hacendados americanos. Pedro Blanco nació en Málaga en 1795. Ingresa en la Escuela Náutica, pero al poco tiempo abandona sus estudios  por desavenencias con su padrastro y debido a un incesto cometido con su hermana, y se mete de polizón en un barco, iniciando su vida de peripecias y aventuras que le llevará del Mediterráneo a Terranova, para enrolarse posteriormente en barcos negreros. Cruzando el Océano se curte en todo tipo de navíos y sobrevive no solo a la dureza del mar, sino también a las epidemias, persecuciones de los cruceros -a comienzos del siglo XIX se habían promulgado las primeras leyes contra la trata de esclavos-, traiciones, motines de los esclavos y actos de piratería. Mas Pedro Blanco aspira a más y en las costas africanas crea  su propia factoría en la que ganó incontables riquezas, entre salvajes guerras tribales, asesinatos, magias e inverosímiles episodios de crueldad, salpicados por algún acto de ternura.
El protagonista de esta vida novelada es un blanco que tiene el alma negra, teñida por el oficio de negrero. Por eso la novela es un cruel libro de aventuras que tiene en el mar su espacio privilegiado. Por consiguiente, el encuentro con piratas, las persecuciones, los motines, la escasez de alimentos, el agua corrompida con gusanos y miasmas, grandes tormentas y calmas chichas son sus temas recurrentes. Pero hay algo más: Pedro Blanco Fernández de Trava (el mongo de Gallinas) es un ser atroz, digno de figurar con otros negreros o dueños de factorías de la trata en esa historia universal de la infamia, cuyos primeros capítulos inició Borges. Los  asesinatos, robos, naufragios, abordajes, violaciones, toda clase de oprobios, episodios de espeluznante verismo como el lanzamiento de cargamentos humanos al mar para rehuir la persecución de la justicia, logran indignar al lector, reivindicando así la rebeldía de los oprimidos, del negro que estalla por medio de la fuga o de la venganza.
En El negrero sucede de todo porque su autor analiza agudamente una época en la que se cometen algunas de los episodios más despreciables y aterradores jamás vividos (el comercio de unos hombres por otros). Pero en el fondo Lino Novás muestra el horror de un mundo que continúa siendo el nuestro, porque el racismo sigue estando ahí, protagonizando sucesos vergonzosos. Un escritor pues y un libro para rescatar del olvido.
Lino Novás penetra en la corriente negrista del indigenismo iberoamericano a través de una gran intuición y de una increíble capacidad de síntesis  de la documentación sobre el tráfico de esclavos, fundiendo muchos datos bibliográficos con los hilos y la magia de la ficción. La prosa de Lino Novás, de apariencia desmañada, ansiosa, tirante, de frases cortadas y poca descripción, se mueve en breves ondulaciones adornadas por el deleites sensual de los retratos corporales de la raza negra, especialmente de las mujeres de piel oscura que aparecen en la novela en abigarrados harenes y en su reluciente desnudez del color de la selva.

Francisco Martínez Bouzas



Lino Novás Calvo



Fragmentos

“Los compradores eran hacendados, con piedras de Minas Gerais y grandes vegueros en la boca, o damas de igual rango. Junto a Pedro y sus compañeros pasó una gran dama con una larga capa roja, sombrero de fieltro sobre un turbante blanco y zapatos bordados. Era la hermana de Pedrâo. Al andar recogía la capa y mostraba la puntilla del refajo. Caminando era como un barco con galeno sobre un mar tranquilo. Aquel porte parecía pesar más que sus años. Había venido a la feria a caballo escoltada por una guardia de negros y mulatos. Se llamaba Modesta y manejaba su hacienda como una amazona. Al acercarse a ella el primer esclavo, brindado por una cigano, Modesta se desprendió de su altivez y comenzó a examinar minuciosamente, tentando sus músculos, llevando a la lengua el dedo impregnado de su sudor -pues en el sabor del sudor se conocía la salud del negro- y llegando hasta lo más secreto. Aquello lo hacía todo comprador. El cigano sonaba el látigo y hacía bailar, hablar, cantar, correr y reír a los cautivos. Al fin de escoger mucho, Modesta se quedó con un hermoso muleque mandingo”
…..

Las leyes de los negreros prohibían a los marineros fornicar con las negras a bordo. El que lo hiciese perdía su sueldo y corría el riesgo de ser azotado. A los oficiales se les permitía, a veces, según el capitán, y cada uno solía escoger una negra para la travesía. De Buen  ponía leyes severas en esto. Los compradores pedía a veces vírgenes y otras negras por preñar o preñadas con macho elegidos por ellos.
En este viaje era difícil impedirlo. Las negras dormían en cubierta, protegidas por lonas, sobre las tablas o la obra muerta. Los marineros, favorecidos por el ocio, gateaban hacía ellas, por debajo de las lonas. Las negras no gritaban por eso. Los marineros les llevaban escudillas de aguardiente, y ellas se pirraban por los marineros. Al descubrirlo, De Buen buscó a los culpables, pero en vano”

(Lino Novás Calvo, El negrero,  páginas 72-73, 129)