sábado, 22 de septiembre de 2012

EL FARO POR DENTRO, HOMENAJE A LA LUZ Y A LA SOMBRA

El faro por dentro
Menchu Gutiérrez
Ediciones Siruela, Madrid 2011, 174 páginas.

   La autora de este libro, Menchu Gutiérrez (Madrid 1957), narradora, traductora y poeta, vivió  durante más de veinte años en el vientre de un faro de la costa norte de España. Y con la misma sensación de vivir un paréntesis temporal con que había llegado a la casa del faro, tuvo que abandonarla un día. El libro que ahora publica Ediciones Siruela, yergue su estructura sobre la fortaleza de dos textos: “El faro por dentro”, relato del último día de estancia de la autora en el faro, su particular homenaje  a la luz que de alguna manera sutura en uno solo a todos los faros, y “Basenji”, un relato más narrativo y ficcional que recibe su rótulo del nombre de una raza de perro africano que jamás ladra. Es el perro mudo que le hace compañía al farero y que se adecua “a una historia que congrega las preguntas esenciales lanzadas por el faro y a la vida que naufraga junto a la luz” (página 11).
   En el primer relato, el punto de partida es la experiencia del faro como un ser vivo, “un animal inmovilizado por un hechizo”. Y de esa experiencia surge el sentimiento de extranjería, la aprensión de estar usurpando un espacio ajeno que no le pertenece. Repasa en esos instantes de despedida los recuerdos de la vida en el faro, pero no los halla en las estancias del edificio sino adheridos a los ojos que buscan en las superficies marinas señales que sean capaces de dar sentido al día. Y de forma vertiginosa, del recuerdo del primer día, regresa al último. Lo que percibe entonces es que todo lo que había estado expuesto a la luz, ahora está dormido. Alrededor, el mar tiránico en el que terminaban ahogándose todas las miradas. También en ese último día de despedidas surgen los sueños, alimentados en las noches del faro: las olas gigantes y amenazadoras avanzando hacia la playa como un regimiento de ballenas. Y a las pupilas de su memoria vienen  finalmente las noches, las más de siete mil noches pasadas en el faro, condensadas ahora en una noche en la que todos los faros encendidos son el faro del fin del mundo. Prosas breves, alimentadas por una fuerte pulsión poética, por los trazos de un lirismo metafísico que encuentra en la luz esa realidad que no sólo ilumina, sino que transciende las esencias terrenales.
   De datación anterior es la novela corta “Basenji”, revisada por la autora y recuperada ahora por Siruela. Es una ficción que nace y crece así mismo como criatura de un faro. El protagonista del relato es un farero que habla en primera persona. Basenji es su perro. Lleva el nombre de una raza de perros  africana. Es un perro desalmado y mudo como las piedras. Atemoriza con sus patas de color cobre y su cabeza en suspenso. No duerme; utiliza la noche para absorber energías. Es capaz de mirar el acantilado como un frío matemático, sin pizca de vértigo. El perro acompaña la soledad, el alcoholismo, las angustias y pesadillas del farero, entre temporales marinos y tormentas del alma. Pero Basenji, un pero desprovisto de emociones, también mata y sobre todo, como perfecto mensajero, trae, como en el antiguo Egipto, los mensajes del mundo de los muertos. Mientras tanto, el faro parece estar anegado de aguas abisales.
Menchu Gutiérrez
   Voz potente y radical la de Menchu Gutiérrez para narrar el viaje alucinado de un hombre hacia el estado obsesivo en el que percibe la realidad lo y los que le rodean, como  peligro y misterio. Un texto con una delgadísima diégesis, nutrido sin embargo de gran fuerza simbólica (el faro, el farero y el perro, descendiente de la raza canina de los jeroglíficos egipcios). El pacto que esta narración demanda, es una lectura poética en la que el lector quiera y sea capaz de asumir toda la carga simbólica del texto y de la escritura de Menchu Gutiérrez. Un libro, pues, que nada tiene que ver con las lecturas convencionales, con los textos comerciales de la literatura de kiosco o de escaparate, sino con experiencias profundas, repletas de haces de luz y también de profundas sombras. Como los territorios de un faro.

Francisco Martínez Bouzas