jueves, 22 de noviembre de 2012

BURROUGHS CON EL REY MAYA DEL INFRAMUNDO

Ah Puch está aquí y otros textos
William S. Burroughs
Traducción de Luïsa Moreno
Ilustraciones de Robert F. Gale
Capitán Swing Libros, Madrid, 2012, 178 páginas.


   Si hay una editorial especializada en la edición de libros singulares, esa es sin duda la madrileña Capitán Swing Libros. Libros audaces, imaginativos, de los que huyen otros sellos editores, tienen  cabida en las colecciones de este pequeño sello editor. Es su forma de hacer frente a la uniformidad del “libro único” y a la presión de los megagrupos editoriales. Inconformista como el ficticio líder cartista del que toma su nombre, Capitan Swing Libros nos ha agasajado en los últimos meses con publicaciones tan originales como ese libro extravagante, Locus Solus de Raymond Roussel o el libro-caja o artefacto hipertextual, Composición nº 1 que  Marc Saporta concibió el año 1962.
   A esta relación de libros singulares se suman desde el pasado 28 de junio tres textos de William S. Burroughs: “El libro de las respiraciones”, “La revolución electrónica” y el texto que rotula esta publicación: “Ah Puch está aquí”, que quiso ser, en el año que fue creado (1970), un libro sin precedentes, una novela gráfica inspirada en los códices mayas, fruto de la colaboración de Burroughs y el dibujante Malcolm McNeil. Se trataba de un libro único que no encajaba ni en la categoría de novela ilustrada a la usanza, ni en la de las historietas.
   Un libro así solo es posible y concebible desde la paternidad de un escritor como William Seward Burroughs (1914-1997), un escritor tan adicto a ciertas sustancias como a la experimentación, al surrealismo y a la sátira y cuya influencia ha transcendido y se ha prolongado hasta nuestros días en múltiples manifestaciones artísticas de tipo contracultural. Su peculiar filosofía y concepción de la escritura tomó cuerpo  con la aplicación de técnicas como el cut-up o collages narrativos y en su voluntad de arrasar las normas sintácticas y semánticas, sin que el texto pierda sentido y coherencia. Fue su forma de luchar contra la alienación del lenguaje, un organismo parasitado por normas y reglas que se alojan en nuestro cerebro.
   Se precisa, según Burroughs, una verdadera revolución, que debe de ser de naturaleza mental. De ahí que los protagonistas de sus obras (extraterrestres, humanos, seres inorgánicos…) se enfrenten entre si al margen de cualquier regla.
   Uno de esos personajes es Ah Puch, dios y rey del inframundo en la mitología maya, representado por dos jeroglíficos. Él era el jefe de los demonios, merodeador además en torno a los enfermos en acecho de sus presas, acompañado por el perro, el ave Moán y el búho. Por eso “Ah Puch está aquí”, desde una escritura esquizofrénica, en una inmersión en los territorios de la muerte, “ese viaje peligroso en el que todos los errores cometidos en el pasado os perjudicarán” (página 11), un viaje arropados por el sistema de la cultura y de las creencias mayas, nos muestra caminos para salir del tiempo y adentrarnos en el espacio.
   Este nuevo artefacto editorial de Capitán Swing se completa con “El libro de las respiraciones”, un intento en forma de semicomic de ir más allá de los sistemas de comunicación  a través de la palabra escrita, sustituida por la escritura gráfica, por imágenes que, por su propia naturaleza, son susceptibles de variar hasta el infinito. Un último texto, “La revolución electrónica” una irónica y ácida reflexión sobre el control social ejercido por las tecnologías electrónicas, en especial por las videocámaras (un “virus real” de nuestro tiempo”) clausura esta publicación; otro experimento sobre las fronteras de la literatura y de la misma escritura que demanda lectores generosos, capaces de adentrarse en textos fragmentarios, revoltosos, rayanos a veces con la ilegibilidad, pero que dejan translucir las excéntricas y revolucionarias genialidades de un hombre en lucha contra todas las tiranías de control social, comenzando por las del lenguaje.

Francisco Martínez Bouzas



William S. Burroughs

Fragmentos

“He hablado de las formas transitorias de la muerte y de la identificación del organismo muerto con el moribundo. Esta identificación pude adoptar la forma de una cópula propiamente dicha con la muerte. La muerte, que puede adoptar tanto la forma masculina como la femenina, copula con el joven dios del maíz, y este eyacula cuatrocientos millones de años de maíz desde la semilla hasta la cosecha, y más allá. Esta operación requiere maíz real y un cuerpo humano real para representar al joven dios del maíz. Esto es, por consiguiente, un cheque endosado que está firmado por el joven dios del maíz. En cuanto ha firmado el cheque, es posible añadir un número de ceros cualquiera. El banco del tiempo maya funcionaba con estos cheques endosados. La muerte es aceptada por los moribundos”

…..

“Edificio de ladrillo rojo y un canal azul donde el Mary Celeste flota anclado. Los niños, con bolsas y trajes de marinero propios del siglo XIX, pasan por la plancha. El jardín es un brillo rojo de ciudades en ruinas a lo lejos. Los marineros suben y el ancla se levanta. El chico joven toca asilencio cuando se va el sol y se asienta el crepúsculo azul. La embarcación se mueve. Los chicos saludan desde las jarcias. Se acerca corriendo un periodista de 1890
-¿Y el señor Hart?
Audrey está en la cofa con un telescopio. Señala con su mano izquierda.
La mansión en ruinas y abandonada del señor Hart, grafiti en las paredes.
AH PUCH ESTUVO AQUÍ
Aquí vivió un grosero y estúpido hijo de puta que creyó que podía contratar a la MUERTE como compañero poli”

…..

“Su sistema de control debe ser absoluto y mundial. Porque un sistema de control de este tipo es todavía más vulnerable a un ataque desde fuera que una sublevación desde dentro…Aquí está el obispo Landa quemando los libros sagrados. Para daros una idea de lo que sucede, imaginaos nuestra civilización invadida por patanes del espacio exterior…
-Trae unos cuntaos bulldozers. Limpia toda esta mierda…
La fórmula de todas las ciencias naturales, libros pinturas, el terreno barrido y transformado en un montón enorme y quemado. Y ya está. Nadie nunca ha oído hablar de él…
Tres códices sobrevivieron al vandalismo del obispo Landa y están quemados por los bordes. No hay forma de saber si tenemos aquí los sonetos de Shakespeare, la Mona Lisa o los restos de un catálogo de Sears Roebuck después de que el viejo excusado exterior se quemara en un incendio de matorrales. Toda una civilización se convirtió en humo…
Cuando llegaron los españoles, se encontraron a los aristócratas mayas apoltronados en hamacas. Bien, el tiempo pondría las cosas en su sitio. Cinco trabajadores detenidos, atados y desnudos, son castrados en una cepa de árbol, los cuerpos que sangran, sollozan y gritan son arrojados en un montón…
-Y ahora comeos ésta, amarillos chalados. Queremos ver un montón de oro así de grande y lo queremos ver ya. El Dios Blanco se ha pronunciado”

(William S. Burroughs, Ah Puch está aquí y otros textos, páginas 14-15, 71-72, 171)