sábado, 9 de noviembre de 2013

"NOVELISTAS" DE HENRY JAMES: LA SIMBIOSIS ENTRE CRÍTICA Y FICCIÓN



Novelistas

Notas sobre novelistas

Henry James

Traducción de Amelia Pérez de Villar

Editorial Páginas de Espuma, Madrid, 2012, 493 páginas.





   Henry James no solo es el gran narrador de la gente bien norteamericana -“estaba enamorado de balaustradas de mármol”, escribe sobre sus lindas pequeñas historias T. S. Eliot – sino que fue así mismo un gran ensayista. En su faceta como narrador, novelas suyas como Las bostonianas, Otra vuelta de tuerca o Daisy Miller vertebran dos siglos con una mente tan refinada y un análisis psicológico de sus personajes  tan profundo, que toda explicación material sobre el status material, por ejemplo de sus protagonistas, carece de sentido.

   Pero, como acabo de decir, la sofisticación formal no le impidió al escritor nacido en Nueva York en 1843, aunque pasó la mayor parte su vida en Europa, trabajar desde el otro lado del espejo y elaborar desde ese envés textos críticos o simplemente divulgativos sobre algunos narradores anglosajones, italiano o franceses, analizando sus obras con un excelente ojo crítico..

   Henry James leyó atentamente y como personal aprendizaje a sus coetáneos y sobre sus obras tomó notas para descifrar la esencia del arte de la narración. Fruto de todo ello es este volumen Notes on novelists with some other notes, publicado originalmente en 1914 y traducido ahora al español por Páginas de Espuma. La obra, que en su tiempo provocó una gran polémica, nos permite acercarnos ahora y captar a la perspicacia crítica del novelista anglosajón, un verdadero paradigma de la perfecta simbiosis entre crítica y ficción, ejercida por el mismo creador.

   La sutil penetración con la que Henry James lee a sus contemporáneos, la podemos observar nada más abrir el libro, en el texto dedicado a Robert Louis Stevenson, gran amigo de H. James y al que admiraba profundamente. En dos o tres párrafos define al escritor y al personaje de una forma insuperable, hasta tal punto que podríamos quedarnos solamente con ese inicial bosquejo para reconocer al autor de La isla del tesoro.

   Con similar profundidad en su calado se acerca a los grandes maestros de la novela decimonónica: Émile Zola y su naturalismo sin fronteras; Gustave Flaubert, un inmenso autor al que, sin embargo el puritanismo sexual de Henry James (un escritor que jamás alude al sexo) nos presenta entre reproches de obras frustradas, aunque termine definiéndole como “el novelista del novelista” en un tiempo en el que todos somos novelistas ( página 122).

   Analiza a continuación a Balzac, a George Sand, esa mujer cuya escritura ha sido tan denostada por su rebosante sentimentalismo,  a la que, sin embargo Henry James  analiza con mirada certera, situando perfectamente la esencia de su arte. Algo semejante ocurre con Gabriele D’Annuncio, autor en el que Henry James personifica la figura del genio: aquellos escritores cuyo estilo y cuya fuerza surgen a borbotones desde las profundidades de su ser. Escritores que inician su andadura tocados por la gracia y no impulsados por el afán.

   Se cierra el volumen con un escrito polémico en su tiempo, “La nueva novela” y con otros ensayos menores como el dedicado a Dumas hijo, a  Charles Eliot Norton y un estudio critico de la novela gótica El anillo y el libro de Browning.

   En definitiva, un volumen imprescindible de uno de los iniciadores de la crítica literaria anglosajona y  lúcido escritor, que nos permite conocer a la vez las relaciones entre la obra crítica y la ficción.



Francisco Martínez Bouzas






Henry James


Fragmentos





ROBERT LOUS STEVENSON





“Robert Louis Stevenson tuvo la inmensa suerte de crear, en mayor medida que cualquier hombre de su oficio en nuestros días, un corpus de lectores inspirados por unos sentimientos que nosotros, mayoritariamente, ponemos sólo al servicio de aquellos a los que profesamos un afecto personal. No hay nadie, podemos afirmar con total seguridad, de cuantos conocieron al hombre, que no fuese también devoto del escritor, confirmándose así una regla general (si es que existe tal cosa) que nos ofrece muchas excepciones; pero como es natural y no necesariamente inconveniente, no todos los devotos del escritor tuvieron la posibilidad de llegar hasta el hombre. La cuestión fue que, de algún modo, el hombre sí llegó hasta ellos y leerle –me refiero a leerle en toda la magnitud de sus atractivo- llegó a significar para mucha gente casi tanto como conocerle en persona.”



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GABRIELLE  D’ANNUNZIO



“Arroja Una luz sobre la conciencia estética de nuestra época mucho más directa e inevitable de la que se ha alcanzado, según yo lo veo, en otro ámbitos; y hay más de un misterio que él, si se le pregunta con acierto, puede ayudarnos a esclarecer y –por lo que me parece- más de una explicación que él puede dar a nuestras desventuras. Comienza su andadura con la enorme ventaja de estar tocado por la gracia, y no impulsado por el afán, y de hacer brillar la llama llevado por un lema que no es ni el sudor de su frente ni la aspiración de su cultura.”



(Henry James, Novelistas, páginas 9, 272)